Cooperativa de TRABAJADORES UNIDOS CAMPO HERRERA Ltda. COOPERATIVA CAMPO DE HERRERA
En junio de 1967, en asamblea general a la que concurrieron 119 socios, fue aprobado el estatuto social por el que se creó la Cooperativa Trabajadores Unidos de Trabajo Agropecuario Ltda. En su gran mayoría, sus socios eran obreros agrícolas de la caña de azúcar provenientes de diversas colonias del ingenio Bella Vista. Actualmente, está integrada por 124 socios y su actividad se basa en la producción de caña de azúcar, el cultivo de cítricos y la elaboración de ladrillos cerámicos. La crisis azucarera de 1966-1967 y el caos social provocado por el cierre compulsivo de fábricas azucareras en funcionamiento dieron lugar a que uno de los ingenios afectados, Bella Vista, despidiese a trescientos cincuenta obreros con los que mantenía una deuda salarial impaga de varios meses. Esto provocó una fuerte resistencia de la población, luchas callejeras y movilizaciones que se oponían al cierre de la fábrica, su principal fuente laboral. Como propuesta de emergencia al conflicto social, el ingenio cedió dos mil hectáreas de tierra al Gobierno provincial como parte de pago de su deuda empresaria con el fisco y a fin de ser entregadas a los trabajadores cesanteados para paliar el impacto desocupacional y seguir disponiendo de mano de obra para las tareas de sus campos. Las tierras no se entregaron a modo de indemnización, sino que se las canjeó por deudas con el Estado; luego, el Gobierno de la intervención militar las vendió a la cooperativa y solicitó la colaboración del INTA para la formulación de un plan de distribución de las tierras. La cooperativa compró el predio con todo lo contenido en él, viviendas y otras construcciones precarias, con un crédito del Banco de la Provincia que se pagaría en siete años: algo que se cumplió totalmente a los tres años para resguardarlas de posibles avatares políticos en un momento de convulsión social. La propuesta del INTA fue mantener las dos mil hectáreas como una sola unidad productiva sin parcelar y aprovechar así las ventajas de una economía de mayor escala. Se aconsejó crear una cooperativa de trabajo como empresa alternativa integral. Desechaba con ello la distribución individual de lotes de tierra ya que ello significaba reproducir el minifundio, con su secuela de pobreza y desprotección social. La propiedad de las tierras, edificios y demás medios de producción sería societaria y no personal. El objetivo era transformarlos en propietarios rurales asociados a través de una organización solidaria administrada en forma democrática por el conjunto. En junio de 1967 la cooperativa se constituyó con 119 socios sobre 140 trabajadores cesantes consultados: una parte no aceptó la propuesta y emigró de la provincia. El promedio de edad de los fundadores era de 50 años, con bajos niveles de instrucción escolar, semianalfabetos. Mediante la asistencia del INTA y la Dirección de Cooperativas de la provincia, se constituyeron los órganos de gobierno según la legislación cooperativa. La FOTIA, organización sindical de fuerte protagonismo en las luchas gremiales de la época, que llegó a registrar 50.000 trabajadores sindicalizados, si bien no tenía fijada posición institucional sobre el tema, alentó y respaldó a la nueva entidad cooperativa. Se ocuparon las dos mil hectáreas de terreno con mil hectáreas de cañaverales de baja producción y también con dos poblados ya existentes, Finca Tulio y Colonia 8, que sumaban un total de 116 casas-rancho donde su establecieron los asociados con sus familiares. El total de personas residentes sumaron 866 habitantes en la comunidad, sobre la cual la cooperativa ejerció influencia directa e indirecta. En el primer año se cultivaron a mano los escasos cañaverales y se realizó la primera zafra, producción que fue entregada al ingenio Bella Vista, que finalmente dejó impaga dos terceras partes, nunca canceladas. Se realizaron también plantaciones con caña provenientes de semillas de variedades nuevas, de alta calidad, aportadas por el INTA. El plan contempló además el cultivo de maíz, trigo, arroz y batata, intentos de diversificación como fuente de ingresos adicionales y ocupación de la mano de obra inactiva en verano. En 1970, se inició la producción de ladrillos macizos por corte manual en Colonia 8 para generar ocupación laboral continuada e ingresos económicos complementarios en los períodos de interzafra. En los cinco años de vida de la etapa fundacional de la cooperativa, se realizaron diversas acciones sociales y comunitarias, entre las que se destacan la organización de una huerta comunitaria y un almacén comunitario como nuevo sistema de aprovisionamiento de alimentos. La huerta producía las principales hortalizas de estación, que se distribuían gratuitamente entre la población en forma equitativa de acuerdo a la necesidad familiar diaria. Se mantuvo activa con altibajos durante treinta años, pero su cierre se produjo por reducción de gastos durante una fuerte crisis económica. En un nuevo sector con red de riego por goteo localizado fue reactivada con criterios de autoabastecimiento, venta externa de excedentes y preparación de conservas alimenticias. El almacén funcionó durante veinte años, pero se destruyó parcialmente en 1977 por un incendio aparentemente intencional. Posteriormente se recuperó y en 1990 se cerró definitivamente. En el territorio de la cooperativa existieron desde sus comienzos dos escuelas primarias, una en Campo de Herrera (ex Finca Tulio) y otra en Colonia 8. La cooperativa impuso la obligatoriedad de asistencia escolar de los niños como condición para la continuidad laboral de sus padres zafreros, fueran locales o inmigrantes. Ambas escuelas siguen con sus funciones educativas. En cuanto a la educación secundaria, desde 1970 la cooperativa aporta su colaboración con becas, libros y costo del traslado de los estudiantes a las escuelas de nivel secundario en Bella Vista y posteriormente a la Escuela Agrotécnica de Lules. Entre los servicios básicos se provee energía eléctrica y agua potable desde 1969. En cuanto al servicio médico, se instaló un pequeño consultorio. En la actualidad, se ha acondicionado un local para destinarlo al funcionamiento del Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) atendido por personal calificado del Sistema Provincial de Salud (SIPROSA). Desde el comienzo de la cooperativa, un tema de gran importancia fue el de proveer viviendas a todas las familias de socios y allegados que se radicaban en Campo de Herrera (antigua Finca Tulio). Las 116 casas rústicas existentes se adjudicaron en usufructo vitalicio y gratuito a los socios iniciales: este beneficio continuaba al jubilarse y, en caso de fallecimiento, se extendía a su familia directa. Se construyeron luego más viviendas con ladrillos y mano de obra local y se erradicaron totalmente las viviendas rancho. Finalmente, se solicitó y obtuvo el retiro de la dependencia policial existente, ya que se consideró innecesaria su permanencia al asumir la propia sociedad velar por la disciplina interna. Se estableció un reglamento de disciplina con aprobación de la Asamblea en donde se especifican normas de comportamiento laboral y social. Actualmente, la producción se basa en tres productos: caña de azúcar (85 %), cultivo de cítricos (10 %) y elaboración de ladrillos cerámicos (5 %). En 2008, obtuvo un certificó de buenas prácticas agrícolas en los módulos “frutas y hortalizas” y “cultivos a granel”, según el protocolo GLOBALG.A.P. En síntesis, los mayores logros y ventajas comparativas identificadas por sus integrantes radican en la disposición de condiciones básicas alimentarias, el mantenimiento de la fuente laboral para un importante sector de la población y el estado de calma social imperante y la continuidad de aportes para acciones de desarrollo comunitario e individual en favor de familias de asociados y pobladores en general. A ello se añade la significativa permanencia de población juvenil en la localidad, mucha de la cual —en su mayoría mujeres— desarrolla estudios de nivel terciario y otra tanta es absorbida como mano de obra temporaria por la empresa.
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