Imaginemos por un instante el clima de fiesta de esa noche en la reunión de calle Libertad y Sarmiento. Avelino Callejo y Lucas Casado, trabajaban sin descanso para tener un digno escenario para la tertulia. Un chasis con un motor Chevrolet fue colocado a ese fin en la propiedad del señor Casini. Se tendieron cables por encima de la casa de la familia Tomalino y se conectaron unas bombitas de luz para iluminar la pista de baile. Con cierto trabajo se puso en marcha el motor por medio de una manivela. Los presentes observaron con ansiedad a la línea que alimentaba los focos que darían brillo a la noche festiva. Y se hizo la luz. Todos miraron a su alrededor, ampliando la visión que dibujaba por el regalo de la iluminación, el panorama de color, música y regocijo. El milagro del ambiente enriquecido por la claridad eléctrica en la noche sanmarqueña, comenzó a contagiar a los asistentes de la reunión. La animación de todos, dio lugar a un deseo colectivo que fue expresado de boca en boca. La voluntad general ya no podía aceptar que la luz hubiera sido por pocas horas una excepción a la sombra, un beneficio acotado por el reloj. El impulso común tuvo allí mismo la primera decisión: formar una comisión que diera los pasos primeros para brindar luz eléctrica al pueblo. Aunque todavía faltaba un tiempo para completar complejos aspectos formales, organizativos y legales, nuestra Cooperativa había dado el primer latido de su existencia.