15 de Octubre de 2019

De buena madera

Maderera Córdoba es una de las primeras empresas recuperadas.

Un hall espacioso que parece hecho de madera, con piezas exhibidas como si fuese una galería de arte. Sumado a los armarios, mesas y bibliotecas, se exhiben casitas, sillas, letras, carteleras y hasta macanas de policía. Sobre el mostrador, un cartel gigante con protagonistas gauchescos declara: “Guapo es el que labura”. Mientras espera a ser atendido, quien visita Maderera Córdoba -una empresa recuperada y autogestionada por sus trabajadores-, ubicada al 3165 de la avenida porteña que le da su nombre, tiene una gran muestra de creaciones pulidas y sin pintar con los que entretenerse. Se nota, desde el primer momento, que en la elaboración de esos objetos hay un factor fuertemente humano.

“Este año crecimos como empresa en cantidad de socios, pero de cualquier manera estamos un cuarenta por ciento abajo en volumen de trabajo”, dice Guillermo Sabatella, quien fue el primer presidente de la cooperativa. Se apoya en la mesa de una cocina separada de la oficina administrativa por un biombo antiguo con motivos. Al otro lado se escucha una radio que anuncia un 34,5% de pobreza. “Durante los primeros cinco años de existencia la cooperativa creció a tasas chinas”, remarca Sabatella, quien señala que se trataba de un local con mucha fama, ochenta años de existencia y que está ubicado sobre una avenida importante. “En ese momento, además, la economía en general acompañaba. A medida que vieron que funcionaba, los clientes se volvieron a acercar”.

En un taller espacioso y repleto de aserrín, Felipe Ramírez marca una tabla de madera con un compás y una regla. El carpintero, nacido en Bolivia, está en la cooperativa desde que se constituyó.  “Ya no tenemos encargos de muebles grandes, como antes”, dice sobre el zumbido de las máquinas que usan dos de sus compañeros para cortar tablones. “Aunque igual tenemos lo suficiente para poner plata a salvo”, agrega.

Carlos Saso es el actual presidente de la cooperativa. En un rincón anexo del taller, junto a un muchacho que trabaja con una amoladora mientras escucha cumbia con un buen equipo de sonido, explica: “Nosotros con el dinero tenemos un reparto de igualdad, no como las empresas privadas. Y en otros años teníamos un sueldo bastante bueno en relación a las empresas del mismo rubro. Ahora no nos podemos aumentar nada”.

Como la cooperativa sirve de sustento para todos sus integrantes, sus reglas son generales.  “Yo te enseño a ser cooperativista, a laburar la madera, pero tenés que cumplir como un relojito. Si no, no funciona bien. Funciona porque podemos distribuir en cierto momento cierta plata. Independientemente de la mentalidad que tengas. Acá sos uno más de todo un grupo y tenés que laburar. De acuerdo a tu experiencia y a tus posibilidades, obvio”, explica Sabatella.

Maderera Córdoba sobrevive también porque no está aislada. La relación con el barrio ha sido muy favorable, dicen sus integrantes, quienes hace quince años tenían miedo de que una madrugada llegase la policía con “dos carros de asalto”. “Por las noches sacábamos las cosas. El dinero, las computadoras. Y nos la guardaba la gente de la Iglesia de la otra cuadra, el dentista de la esquina, el kioskero. Hasta que compramos la caja fuerte”, recuerda Sabatella.

Sin embargo, el factor más importante fue el trato con los proveedores, quienes incluso estando en quiebra siguieron enviando camiones con mercadería “de fiado”, que la cooperativa pagaba cuando lo podía vender. “Cuando nosotros recién comenzamos -cuenta Saso-, ellos nos trajeron un camión de material surtido. Y nos dijeron que lo fuéramos pagando mientras lo íbamos vendiendo. Así hasta que salimos a flote. Esos quedaron como nuestros proveedores. Empezamos sin nada”.

La maderera, cuenta Saso, se especializa en cortes de madera, aglomerado y melamina, así como en molduras, “que no se hacen en ningún lado”.  “Tenemos una estructura muy particular”, se enorgullece Sabatella. “Eso nos permite tener clientes de primera línea. Tenemos buenos carpinteros, buena mercadería y relativamente buenos precios”.

Maderera Córdoba existe en la red que formaron las empresas recuperadas para mantenerse y aprender entre sí a funcionar como cooperativas. En el piso superior de la cooperativa existe un bachillerato de formación en economía social. Los miembros de la maderera acuden dos o tres veces al año para conocer a los estudiantes y aportar su conocimiento en materia de Cooperativismo.

Sabatella se acoda en el respaldo antes de reflexionar que es difícil pasar de patrón a obrero, pero mucho más difícil pasar de obrero a patrón: “Esa experiencia la ganás con los años. El que tiene 20, 25 años se queja un poco de cómo funciona», dice y explica que para integrarse como nuevo socio es necesario pasar un período de prueba de más de un año. “Para demostrar que sos buena persona”, afirma.

 

Escrito por: Elías Fernández // Fotos de: Néstor Beremblum (Agencia Anccom)

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