23 de Junio de 2025

Detrás de las pantallas

Con una fuerte apuesta al asociativismo, las cooperativas tecnológicas dan pelea en un contexto económico y social desfavorable para el sector.

Entre las múltiples medidas que lleva adelante el Gobierno nacional en contra de la industria, el sector tecnológico es uno de los más dañados. La devaluación del peso, la destrucción del mercado interno y la falta de políticas públicas generan un escenario complejo para las cooperativas tecnológicas. Ante este escenario, la organización y los lazos solidarios son vitales para crecer.

En el primer año de gestión, el Gobierno de Javier Milei desarmó el sistema de ciencia y tecnología y esta decisión limita la posibilidad de formar nuevas generaciones de científicos y promueve la emigración de los ya formados en nuestro país. Lo que a largo plazo afecta áreas clave como la salud, la educación, el desarrollo industrial y tecnológico. 

Según el análisis del Grupo de Estudios sobre Política Científica, en colaboración con el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Ciencia, Tecnología e Innovación, los recortes presupuestarios afectan cada rincón del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación. Y –de forma indirecta– a investigadores, profesores, profesionales, universidades y al CONICET, además de inhabilitar la construcción de un futuro competitivo y sostenible.

En este contexto, el sector de cooperativas tecnológicas atraviesa un nuevo desafío: sobrellevar la crisis y sostener la producción. Porque, en términos económicos, se atacaron los dos mercados. El interno por la recesión y el externo por la devaluación del peso argentino y la apertura de las importaciones. «Actualmente, el mercado interno está paralizado porque la demanda es baja, hay poco trabajo. Y, gracias a distintas medidas que ha tomado el Gobierno nacional, perdimos la competitividad internacional. Este Gobierno en el último año tuvo un 80% de inflación en dólares, eso hizo que las empresas y las cooperativas que importaban dejaran de ser competitivas. Somos un 80% más caros que hace dos años», analiza Leandro Monk, presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (Facttic).

Suspensiones y después
En 2021, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) habilitó la creación de cooperativas conformadas por tres integrantes. Pero, ni bien asumió el nuevo Gobierno, la medida fue suspendida y cientos de nuevas cooperativas dejaron de serlo. En lo que va de 2025, el Gobierno dispuso la suspensión de 196 cooperativas de trabajo constituidas entre 2021 y 2023. El Ministerio de Capital Humano, del que ahora el Inaes es parte, argumentó que esas empresas intentaban realizar «fraude bajo la figura cooperativa». Lo que da cuenta del alto grado de estigmatización hacia el sector de parte del oficialismo.

En el caso de las cooperativas tecnológicas, más de 100 empresas asociativas dedicadas a la informática fueron afectadas con la medida y no tuvieron novedades desde el Inaes para regularizar la situación y volver a trabajar de modo cooperativo. «Esto es insólito porque el 70% de las empresas tecnológicas (no cooperativas) tiene menos de siete empleados. Es una característica del sector, con menos personas se logran productos con agregado de valor suficiente. Si no nos dejan armar cooperativas con menos de seis integrantes, nos están paralizando». De este modo, la única alternativa que les dejan a las cooperativas es la precarización laboral.

«El Inaes pone el foco en la fiscalización, pero no promociona nuestro trabajo. En todo este tiempo no les dieron herramientas a las cooperativas para resolver las supuestas irregularidades y eso desalienta. Por eso decimos que tienen políticas anticooperativas. Hay un trabajo de estigmatización y persecución hacia las cooperativas que no nos permite crecer. El Gobierno nos pone palos en la rueda permanentemente porque a todo el escenario que estamos detallando se suma que no hay incentivos. Se cayeron todas las líneas de financiamiento de proyectos tecnológicos: ciencia, producción, todos paralizados. Esas eran grandes posibilidades de financiamiento que se cortaron con este Gobierno. Hoy en Argentina no se invierte», asegura Monk. 

Organizadas y solidarias
En el último año, Facttic, la federación que funciona como una herramienta fundamental para que las cooperativas de trabajo del sector intercambien y construyan en conjunto, desplegó un plan estratégico y espacios de comercialización conjunto, además priorizaron a las cooperativas en situación crítica. «Trabajamos la solidaridad entre cooperativas», afirma Monk.

Además de ser un dispositivo de vinculación político e institucional con otras organizaciones, Facttic siempre fue un espacio de trabajo intercooperativo. La federación apuesta a compartir proyectos entre las cooperativas para fortalecer a sus miembros y difundir esta forma de entender el trabajo y las tecnologías. ¿Pero cómo lo hacen? «Armamos equipos de trabajo entre varias cooperativas y gestionamos a los clientes. Vamos construyendo las soluciones de manera colectiva. También hacemos ese trabajo con la gestión comercial de los proyectos», explica Hernán Gigena, integrante de la cooperativa Lawal.

Y amplía: «Dentro de Facttic, desde hace varios años desarrollamos espacios donde compartimos proyectos y donde nos juntamos semanalmente a pensar ideas, compartir formas de comercialización, planear la generación de vínculos y fortalecer relaciones entre cooperativas».

A través de una encuesta interna relevaron el estado de situación de las cooperativas y se dieron cuenta de que aproximadamente un tercio de las integrantes de la federación se encontraban en una situación de vulnerabilidad económica que no les permitía proyectarse más allá de 2025. «Gracias a esto pudimos oficializar la emergencia y comunicar al resto de las cooperativas. Quizás parece algo obvio, pero los estados de emergencia no siempre son instaurados a tiempo. Un estado de emergencia permite generar un ambiente en el cual todas las cooperativas nos pongamos a disposición de las que más lo necesitan. Y es así que la primera consigna es: prioricemos a las cooperativas en emergencia, contemos con ellas para proyectos, hagamos esfuerzos comerciales por ellas», destaca Gigena. 

Actualmente, están desarrollando un plan de comercialización intercooperativo. Relevaron todos los segmentos o verticales (agro, educación, finanzas) y proyectos dentro de cada segmento en los que trabajan las aproximadamente 30 cooperativas de la federación en los últimos años. Así lograron un dato a destacar: cuentan con 260 proyectos tecnológicos en aproximadamente 15 segmentos.

«El próximo paso es elegir los segmentos más representativos y armar equipos intercooperativos de comercialización que trabajen con cada segmento. Esto significa poder crear piezas de comunicación y venta que muestren nuestra experiencia en el segmento, investigar y conocer más sobre él, relevar qué necesidades tienen y poder hacer listados de cooperativas y empresas por segmento. Finalmente mostraremos la experiencia acumulada y ofreceremos nuestros servicios. Queremos contactar a más de 100 cooperativas/empresas en los próximos cuatro meses», adelantó Gigena. 

El objetivo de máxima parece ser que las cooperativas tecnológicas puedan ofrecer sus conocimientos para empoderar digitalmente al resto de las cooperativas de trabajo. «En estos tiempos de inteligencia artificial importada y de guerras frías tecnológicas, queremos aportar nuestro granito de arena. Sabemos de tecnología, pero también sabemos aplicarla con los principios y los valores cooperativos y de soberanía tecnológica, y esa es una de nuestras misiones, mantener actualizado y en la vanguardia tecnológica al sector cooperativo argentino», precisa Gigena. 

En tiempos donde se prioriza el individualismo, se persigue y se estigmatiza a las cooperativas, el sector tecnológico sigue adelante gracias al trabajo colectivo y organizado de quienes eligen otra forma de producir. Una forma más solidaria, más inclusiva y más cooperativa.