Ecología e inclusión en Villa María
La cooperativa de trabajo 7 de Febrero está compuesta casi en su totalidad por mujeres.
Luego de recibir su primer microcrédito y haber sido reconocida con un premio estímulo de la filial Villa María del Banco Credicoop por su tarea, la presidenta de la cooperativa de trabajo 7 de Febrero, Silvia Marcela Durán, invitó a Pablo Tissera, jefe de la filial Córdoba del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, a recorrer la planta de clasificación, acopio y compactación de residuos sólidos urbanos que gestiona la entidad solidaria, con el fin de dar a conocer su trabajo y estrechar lazos institucionales.
“A finales de 2005 estábamos trabajando en tratamiento de residuos, pertenecíamos a una empresa privada que nos adeudaba varios sueldos. Éramos 90 y fuimos a reclamar haciendo un piquete y ollas populares al centro, donde tenían las oficinas. Ante esto, el municipio decidió no renovarle la concesión a la empresa y empezó a capacitarnos a los empleados en cooperativismo. El 7 de febrero ya teníamos nuestra acta constitutiva, se votó y la comisión quedó integrada por mujeres, aunque no éramos mayoría entre las 52 personas del total”, relata Durán.
Las dificultades en los primeros tiempos no se hicieron esperar: “Creo que lo más difícil fue mandar a varones. No lo aceptaban, en la empresa anterior todo los cargos eran ocupados por ellos, pero nosotras estamos aquí por el voto en asamblea”. Hoy, la proporción cambió rotundamente: la cooperativa está integrada por 33 mujeres y un solo varón. “Aprendimos a cambiar cubiertas de tractor, manejar taladros, salir en busca de compradores y negociar. Solo nos falta aprender a soldar”, dice la presidenta.
La planta de la entidad funciona a 17 kilómetros de Villa María, donde se encuentra el vertedero municipal. En el playón de descarga se reciben residuos secos, que se separan en plásticos, papel blanco, cartón, vidrio, nylon, textil y metales. Luego, se realiza una clasificación más pormenorizada, el acopio y la compactación. Finalmente, los materiales recuperados se comercializan a empresas recicladoras. “Desde la cooperativa iniciamos una campaña de concientización para inculcarle al vecino la necesidad de separar en el hogar lo seco de lo húmedo; vamos ad -honorem con un video a escuelas, ferias, universidades, pero cuesta mucho”, admite Durán.
A fines de 2016, la intendencia de Villa María reconoció a los miembros de la cooperativa como servidores públicos, con lo cual les asegura un salario mínimo. “Esto fue muy importante para nosotros porque lo que vendemos a las empresas recicladoras es insuficiente como ingreso”, dice la presidenta. A partir de ese ingreso fijo, los asociados formaron un fondo común para adquirir elementos imprescindibles: un autoelevador; un camión volcador, carros agrícolas, prensa compactadora y un vehículo para movilidad de los asociados desde los domicilios hasta el vertedero municipal, entre otros. También sumaron servicios de higiene y mantenimiento de espacios públicos.
“Todos los años deseamos poder incorporar más socios a la cooperativa, que nació con una fuerte necesidad de inclusión social –dice Duran–. Tenemos mucho potencial de trabajo”.
Al final del recorrido por la planta clasificadora de residuos, Tissera expresó: “El trabajo de estas mujeres enfrentando las adversidades y militando en el cuidado del medioambiente es democrático e inclusivo con mayúsculas. Por eso, desde la banca cooperativa Credicoop y el IMFC impulsamos el Nodo Este, con anclaje en Villa María, para fortalecer esta cooperativa y las de la región”.
Texto: Bibiana Fulchieri
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