La Paz Arriba: otra forma de pensar un emprendimiento gastronómico.
Creada en 2017, esta cooperativa recuperó uno de los espacios culturales y de esparcimiento más significativos de Buenos Aires.
Una escalera es la entrada a La Paz Arriba, y un cartel luminoso con su nombre da la bienvenida. Es un lugar grande, con una privilegiada vista de la intersección de las avenidas Callao y Santa Fe que se observa gracias al frente vidriado. También cuenta con dos balcones acondicionados para recibir clientes. Una gran cantidad de plantas de interior generan un ambiente verde que otorga calidez y naturaleza. En el escenario un piano que no solo decora, también suena en los espectáculos musicales que saben dar. Pero no siempre fue así, tiempo atrás se ubicaba en otro sitio, a pocas cuadras, y en un local más pequeño.
Hay lugares que marcan, que supimos conocer con nuestra gente. Jugar un pool con un padre, festejar con amigos, o simplemente punto de reunión al que todos saben, deben llegar. Pero, los lugares también mueren, desaparecen y se olvidan. Aunque para un grupo de amigos esto no podía ser así. Vieron cerrar ese billar lleno de recuerdos, y no querían permitir que desapareciera. Eso los condujo a pensar cómo podían recuperar ese espacio para abrirlo nuevamente.
Tras barajar diferentes alternativas decidieron que la mejor opción consistía en crear una cooperativa. Así, en el año 2017 crean La Paz Arriba, y con el tiempo logran recuperar el local donde funcionaba el billar. Contaban con algo de mobiliario que había quedado en las instalaciones, mesas, sillas y unos billares. Todo estaba listo para comenzar a funcionar, y así fue, hasta que se desató la pandemia. Durante meses permanecieron cerrados al público, un gran traspié para la cooperativa, por lo que decidieron pensar en formas de recaudar fondos para no verse obligados a desaparecer.
Sebastián, presidente de la cooperativa, cuenta que por varios meses se dedicaron a subsistir. Vendieron verduras, acondicionaron la cocina para poder preparar comidas que comercializarían en formato delivery y, cuando el confinamiento dejó de ser tan estricto, realizaron espectáculos musicales en vivo en la puerta del lugar a fin de recaudar dinero. Fue gracias a esas iniciativas que lograron conservar su lugar de trabajo y, más importante aún, continuar su sueño.
Como dice el dicho, no hay mal que dure mil años ni felicidad toda la vida, y el confinamiento por la pandemia comenzó a quedar como un recuerdo. Este nuevo inicio llegó con la posibilidad de mudarse y de acceder a un microcrédito otorgado con fondos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, al cual llegaron por medio del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. Este ingreso de dinero lo canalizaron principalmente en materiales para renovar el nuevo local, luces, mobiliarios, vajillas, un horno, plantas y muchos materiales de obra que posibilitaron que en febrero de 2022 pudiesen abrir sus puertas al público.
El actual presidente cuenta que, al ser un emprendimiento cooperativista, las decisiones son colectivas por lo que nadie tiene la potestad de llevar adelante acciones concernientes al bar sin la discusión y aprobación de todos los miembros de la cooperativa.
Este emprendimiento cooperativista rompe con el imaginario de que este tipo de iniciativas son siempre en busca de salvar lugares de trabajo. Este caso en particular deja ver que los emprendimientos colectivos son otra opción para aquellos que, con la iniciativa necesaria, pueden iniciar negocios lucrativos que serán apoyados por el estado, y que generan empleos de calidad.
En la actualidad, aunque el local no tiene conexión a la red de gas, gracias a las herramientas de cocina que pudieron adquirir a través del microcrédito que les fue otorgado están logrando expandir la carta de comidas. Sebastián, comenta que en un futuro quisieran poder ampliar aún más la capacidad gastronómica del lugar para brindar una mejor experiencia culinaria.
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Fuente: Argentina.gob.ar