29 de Enero de 2019

Mucho gusto

Con dos locales en la Ciudad de Buenos Aires, ofrecen platos tradicionales a precios populares.

La definición de farola en el diccionario dice que es «un farol grande y colocado en alto, generalmente sobre un pie o un poste, que sirve para alumbrar las calles y algunos tramos de carretera». Algo parecido pasó con la cooperativa porteña La Farola Delivery, que comenzó a funcionar en 2012 de la mano de Martín Canosa, su actual presidente, quien junto a otros cinco compañeros comenzó a dar forma a una empresa de la economía social. «Fuimos llegando al cooperativismo a través de un proceso de educación, de charlas con los que en ese momento eran empleados, porque realmente se generan tensiones en el vínculo empleado-empleador. De ese modo decidimos cooperativizar el local junto con los que quisieron quedarse. Y así empezamos este recorrido juntos, aunque ya estábamos unidos desde antes de empezar», cuenta.
El emprendimiento gastronómico ya tenía seis años cuando comenzó el camino del cooperativismo. Primero en un local en Nogoyá 3573, en Villa del Parque. Más tarde, en enero pasado, se abrió otro en el barrio de Floresta, ubicado en Segurola al 1300. «Tenemos la particularidad de que elaboramos diariamente. Nuestra vedette es la milanesa napolitana, no solo por el tamaño sino también por el precio, porque siempre tratamos de ofrecer algo accesible, popular», dice Canosa.
 La cooperativa también ofrece otras opciones como pollo a la plancha, bifes y pastas caseras. «Tenemos una línea tradicional española y además hacemos pizza, empanadas, tartas saladas. Sacamos platos elaborados porque vamos  incursionando, la  gastronomía es inagotable», dice el presidente de La Farola Delivery, que además de llevar puerta a puerta, también propone a los clientes acercarse a los locales para darse el gusto ahí mismo.

Contexto adverso
Tal como ocurre en gran parte de los sectores productivos, la situación económica nacional impacta negativamente en la actividad gastronómica. «Estamos en el ojo de tormenta porque vendemos alimentos y es un rubro en el que los precios se han incrementado muchísimo. Este sector ha estado golpeado», analiza Canosa. Con un ejemplo basta: en un mes, la bolsa de papas pasó de valer 250 pesos a costar 550. «Atrás quedó esa guarnición enorme que servíamos, tan grande que parecía otro plato. Pedimos disculpas pero no podemos trabajar a esta noble raíz como veníamos haciendo. Nos excede la situación», dice Canosa. A pesar de los aumentos permanentes en las tarifas de los servicios públicos y a la oscilación constante de los precios de la materia prima, la cooperativa intenta no trasladar esos costos a los clientes que compran los productos que elaboran cada día y que renuevan cuatro veces al año en los cambios de estación. Sin embargo, el empuje y el compañerismo, rasgos muy extendidos en las empresas sociales, se fortaleció. «A pesar de que ahora la estamos pasando mal, la conciencia colectiva hace que ante la adversidad estemos más unidos que nunca», dice Canosa.
Del emprendimiento dependen 24 trabajadoras y trabajadores, quienes se reparten entre los locales de Nogoyá y Segurola. El presidente de la cooperativa también reflexiona sobre la participación femenina en La Farola Delivery: «Las mujeres son bastante menos, en total son cuatro que están en la parte de atención al público con los teléfonos, pero nuestro objetivo es equiparar el plantel en cuanto al género».
Los asociados miran para adelante y proyectan incursionar en nuevos caminos: «La idea es que los domingos, el día que tenemos cerrados los locales, nos metamos en el circuito de ferias para fijar la marca pero también para usar toda la capacidad operativa que tenemos», anticipa el presidente, quien también apunta que comenzarán con servicios para eventos, porque, a pesar del escenario adverso, no van a permitir que la farola deje de iluminar.

Fuente: Revista Acción.