10 de Mayo de 2022

Agroecología en Guernica: otra forma de sembrar y habitar el Conurbano.

Una coordinadora ambiental para poner límite a las fumigaciones con agrotóxicos fue el punto de partida para la Cooperativa de Producción Agroecológica (CoPa), que hace una década cultiva entre loteos de viviendas populares.

La batalla por recuperar lo perdido y volver a las raíces parece encontrar su lugar en la Cooperativa de Producción Agroecológica (CoPa) de Guernica, esa localidad del tercer cordón del Conurbano que llegó a la agenda mediática por la toma de terrenos para la vivienda en plena pandemia. La historia para la cooperativa comenzó hace 12 años como una coordinadora ambiental, que consiguió alejar las fumigaciones con glifosato en los campos cercanos a las casas y escuelas. En la actualidad, es un espacio colectivo que ofrece alimentos agroecológicos al barrio, teje redes con otros productores para la conservación de las semillas y piensa la tierra como medio de vida y no como mera especulación financiera. 

Desde el punto de partida en 2010, cuando entre casas y lotes aislados se sembraba soja transgénica, los integrantes de la CoPa observaron el avance de la urbanización sin control ni políticas públicas. Allí la hectárea en la que la cooperativa realiza sus tareas aparece como un polo de difusión de la agroecología. La agroecología no como un concepto suave y cómodo para el discurso empresarial y estatal sino como un conjunto de saberes para adaptar a los ámbitos urbanos y dar respuesta a la crisis alimentaria actual en espacios reducidos, y en manos de jóvenes. 

“Pensamos a la CoPa como un semillero, en donde las personas que transitamos acá seamos semilla en los lugares donde estemos, de otras formas de relacionarnos con el entorno y las personas”, sostendrá Paula Delfino, una de las primeras integrantes de la CoPa, que en estos días reúne a 70 jóvenes en diferentes tareas.

Si bien el freno a las fumigaciones fue un logro sin precedentes para el partido de la zona sur del conurbano bonaerense, una vez cumplido el objetivo, para algunos integrantes de la coordinadora ambiental el desafío pasó a ser proponer una alternativa a ese modelo de producción agroindustrial dependiente de los agrotóxicos. 

Ese camino se había iniciado en el barrio de Santa Teresita, donde comenzaron a desarrollar huerta y apicultura de modo cooperativo, figura jurídica que consiguieron en 2012. El trabajo se desarrolló algunos años en la Escuela 3 y en el Centro Cultural, Social y Político La Casita, hasta que, en 2015, se mudaron al terreno de una hectárea que hasta la actualidad es la tierra del Barrio Agrocolonia.

El manejo agroecológico del predio también les permitió ampliar la visión y comenzar a desarrollar actividades complementarias a las de la huerta y la apicultura. Fueron surgiendo diversos espacios productivos que incorporan la integralidad del agroecosistema: plantas medicinales, cosmética natural, viverismo y arboricultura. Pero la propuesta no termina en lo productivo, la CoPa sostiene una relación y ejes de trabajo con la comunidad y con otras organizaciones socioambientales y políticas de la zona. 

Una de las iniciativas sociales se denomina “La CoPa va a la escuela” –actividad que se interrumpió por la pandemia de Covid-19– y consiste en la realización de talleres junto a docentes en jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, relacionados con creación de huertas, conservación de semillas, reconocimiento de árboles nativos y el debate sobre el modelo de la agroecología frente al agronegocio. 

“También venimos pensando a la CoPa como un semillero, en donde las personas que transitamos acá seamos semilla en los lugares donde estemos, de otras formas de relacionarnos con el entorno y las personas, que no se pierda el conocimiento ancestral de cómo se siembra, cómo se conserva la semilla, cuáles son los remedios que las plantas tienen”, comparten desde la organización.

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Fuente: Agencia Tierra Viva

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